Al amanecer del 24 de mayo habían ganado
buena altura. Pero los españoles los divisaron y escalaron el volcán
para enfrentarlos.
En el choque los batallones patriotas combatieron con bravura,
pero tenían escasas municiones y sufrieron por el fuego
enemigo. Cuando parecía que el triunfo se inclinaba a favor de los
españoles, apareció en las alturas el batallón Albión (ingleses), con
municiones y refuerzos. Los patriotas volvieron a la carga y lograron
desbaratar y poner en fuga a los enemigos.
Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible.
Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales.
Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos.
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